Aqui os dejo el primer capítulo de Quién habita la casa, espero que os guste.


Era Septiembre, pero no un día cualquiera, concretamente hoy era el aniversario. Otro año más lleno de desasosiego.
La casa se le había quedado grande, ya sólo estaban ella y Nehanda, el ama de llaves, que no recordaba cuanto tiempo llevaba allí.
Era de noche, apenas se escuchaba desde su habitación el sonido del viento pegando contra los cristales, estaba rodeada de habitaciones vacías y solitarias, llena de extraños ruidos. Algunas veces eran sólo chasquidos, crujidos, puertas que chirriaban solas… _los ruidos normales de una casa vieja_ habría dicho cualquier especialista al que hubieran preguntado, pero ella sabía que había más, muchos más. Lamentos, gemidos, llantos, suspiros…
Se había acostumbrado a vivir con ello, con los libros que caían de las estanterías, con cajones que se abren y cierran, con luces que se apagan o televisores que se encienden solos, pero ya estaba cansada, eran muchos años cargando con un error, un error tan grande, tan atroz que nunca la dejaría vivir en paz. Quería morir, morir tranquila aunque en el fondo sabía, que no sería posible, llevaba años guardando el secreto y así tenía que seguir hasta el fin de sus días, pero eso no quiere decir que tuviera que morir sola.
_Sí, ya sé que no estoy sola - pensaba- sé que está Nehanda conmigo pero esa vieja loca, nunca ha abierto la boca, ni siquiera sé cómo es su tono de voz. Cuando pedí un ama de llaves a la agencia, nunca pensé que me la mandarían tan pronto, había dejado dicho que le dieran la llave y que entrara sin llamar, ¡maldito día y maldita suerte! Estaba bañando a mi niño en la bañera, como siempre lloraba porque no se quería lavar, se quejaba, gritaba, me estaba desquiciando los nervios, no aguantaba más y le hice callar. Lo metí bajo el agua. Pataleaba, me arañaba con fuerzas, nunca pensé que un niño de apenas cinco años podría tener tanta fuerza, pero yo no quería matarlo, solo deseaba que se estuviera quieto, ¡maldito niño, cállate! De repente dejó de patalear, dejó de arañarme, dejó de moverse, tenía los ojos abiertos, cristalizados por el pánico, como si estuviera mirando al mismo demonio, los tenía clavados en mí. Entonces escuché un grito comprimido, miré hacia atrás y allí estaba, Nehanda, no podía permitir que hablara, la agarré por el pelo y la empujé tan fuerte contra el quicio de la puerta que perdió el conocimiento. Le corté la lengua, así nunca podría contar lo que acababa de ver.
Aún me pregunto por qué se quedó conmigo, nunca lo comprendí, nadie es tan estúpido como para creer en sandeces, aunque ahora que lo pienso, lo cierto es que es muy buena cocinera, pero la muy idiota no quiere hablar conmigo, parece como si se le hubiese comido la lengua el gato _ rió al darse cuenta del chiste que había hecho.
Pero ahora le rondaba una idea por la cabeza, estaba claro que su niño no podía quedarse sólo en la casa y ella no viviría mucho más, necesitaba a gente joven, alguien que cuide de su pequeño para que no se sienta sólo el día que no esté, alguien que cuide de su casa, alguien que viva con ella hasta el fin de sus días, ¿pero quién aceptaría algo así? Llevaba días pensativa hasta que de pronto esa idea que pululaba fue cogiendo forma. _ ¡Ya lo tengo!

Comentarios