Generalmente una casa en ruinas es un edificio en el que, el
paso del tiempo, el mal uso y el abandono, han ido dejando huella. Pero no siempre es así.
Paseando por mi memoria, recordé aquella vivienda nueva,
recién construida, que aún olía a pintura y cemento. Un hogar comprado con
amor, con ilusión y con esperanza; un lugar que sólo conocería la tristeza, la
desesperanza y el abandono.
La muerte también puede convertir una casa en ruinas. El
adiós de un ser querido puede transformar el palacio más imponente en tan sólo
cuatro paredes y un corazón roto.
Un hogar no sólo se compone de ladrillo, cemento y arena. Un
hogar esconde las alegrías y tristezas, el amor, el odio, la desdicha y la
felicidad. Una casa se alimenta de nosotros, de nuestras vivencias… Por eso,
cada vez que veo un edificio en ruinas, no puedo más que hacerme esta pregunta:
¿Qué te ocurrió, que secretos guardan tus paredes?
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