La añoraba.
Aún sentía el corazón
desgarrándose con su simple recuerdo.
Soñaba con su esbelta
figura.
Se estremecía al rememorar
sus dedos rozando cada una de sus curvas. Y ahora, tendría que vivir sin ella.
Habían pasado toda una
vida juntos compartiendo buenos y malos momentos.
Cómplices.
Necesitaba volver a
tenerla entre sus manos, abrazarla, tocarla, sentir cada centímetro de su
cuerpo.
Pero posiblemente ya era
tarde y la había perdido para siempre.
Sólo quedaba una última
opción, un último intento antes de rendirse:
Llamar a objetos perdidos por si ellos habían encontrado su guitarra.
Comentarios
Publicar un comentario