INVISIBLES




 Ilustración realizada por Edysha.

Había una vez un mundo donde la obscuridad lo absorbía todo, sin embargo, si fijabas la vista, podías descubrir que entre toda esa opacidad emergían pequeñas luces titilantes que luchaban por sobresalir a través de aquella sempiterna negrura. Eran invisibles para el mundo pero ostensibles para aquellos ojos que querían ver.
Bombillas de miles de tamaños y colores, velas, lámparas, farolas y farolillos, linternas e, incluso, pequeñas cerillas que se afanaban por no extinguir su maravillosa luz y continuar iluminando su parte del orbe. Todas tan distintas entre sí… y, aun así, grandes luchadoras. Luces dispuestas a seguir creando bellos fulgores, iluminando con ellos aquellos corazones tan faltos de sueños y emociones, sumidos en su triste oscuridad.

Una mañana apareció una luciérnaga curiosa que se paseó por aquel tenebroso lugar, visitando uno a uno cada brillo, cada luz y cada destello… y se sintió triste, pues acababa de descubrir cuán especiales eran.
Durante varios días anduvo de aquí para allá tratando de encontrar una solución a aquella idea que rondaba por su pequeña cabeza: ¿Cómo conseguir que aquellos resplandores se vieran más? Y, de repente, lo supo.
Feliz viajó a todos los rincones y habló con todas las luces, por diminutas que fueran. Si se unían conseguirían un resplandor tan refulgente que nadie escaparía a aquella magia de luz y color.
Convencidas por la idea una a una se fueron acercando entre sí ya que, a pesar de sus diferencias, estaban dispuestas a intentarlo y mientras se aunaban la claridad se hacía más y más fuerte con cada unión y pronto fue tan radiante la iluminación que juntas consiguieron atravesar las tinieblas.
Desde aquel día nunca más se sintieron solas y unidas comenzaron a dibujar un nuevo amanecer.



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