Así Alfred Heineken ideó un
envase capaz de funcionar como ladrillo. Se trata de la Heineken WOBO, una pieza de
vidrio creada para funcionar como una botella y una vez consumida la cerveza,
podía ser usada como ladrillo para construir.
Aunque la idea era buena,
fueron muchos los problemas que surgieron, uno de los más difíciles de resolver
fue su tendencia a romperse durante la construcción o que su disposición
horizontal requería una mayor cantidad de cristal grueso.
Sus esfuerzos no sirvieron
para convencer a la cervecera el departamento de marketing no veía
conveniente asociar su imagen de marca a la de las casas para pobres y además
existía preocupación por la posible responsabilidad en caso de derrumbe de
alguna de la vivienda por lo que la empresa rechazo los planes de continuar con
la fabricación. Se realizaron solo 100.000 botellas de prueba.
En la actualidad, en el
Museo de Heineken en Ámsterdam se expone una pared construida gracias a estas
botellas.
¿Te apetece una cervecita?
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